El ‘Gran Reserva de Chile’ vuelve a Colombia

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Viña Tarapacá, un clásico del vino austral, se relanza.

Una de las cosas más apasionantes y bonitas que tiene el vino es que es una historia que jamás se termina de contar. Bien sea porque una cosecha permite descubrir matices inesperados en un tipo de uva o terroir, por la introducción de una nueva variedad a la mezcla, por un nuevo estilo enológico, por el descubrimiento de una nueva zona para producir vinos y hasta por el cambio climático: el mundo del vino se mueve constantemente.

Las noticias más seductoras en esta materia suelen provenir de los pequeños productores. Esas viñas boutiques que por su acotado tamaño pueden permitirse el lujo de ensayar cosas a pequeña escala sin grandes traumatismos. Un ejercicio de innovación constante que está en su ADN y que para ellos es absolutamente vital, pues su supervivencia depende no solo de la calidad, sino de la capacidad que tengan de diferenciarse en ese gran océano de botellas que es el mercado mundial del vino, y en especial, de esos estilos ya estandarizados por los grandes productores.

Por eso resulta interesante ver que una bodega grande, con más de 140 años de historia y que exporta a más de 50 países, esté haciendo lo que está haciendo hoy la Viña Tarapacá, de Chile: una marca conocida por los colombianos que acaba de hacer su relanzamiento oficial en nuestro país, de la mano de Dislicores.

Desde el año 2013, Tarapacá ha invertido millones en un estudio a profundidad de los suelos de su fundo (hacienda) El Rosario, en el valle del Maipo (valle Central) para llevar sus vinos a un nivel de calidad y expresión superiores.

En las 612 hectáreas cultivadas del fundo El Rosario se han hecho 373 calicatas (huecos en los viñedos) para estudiar e identificar los distintos tipos de suelo, sus propiedades y su impacto sobre los distintos tipos de uva. Un trabajo gigantesco.

“Empezamos a estudiar muy seriamente nuestros suelos para sacar lo mejor de nuestra tierra, y hoy tenemos un completo mapa que nos permite saber qué esperar de cada parcela, qué variedades de uva se adaptan mejor a qué terroir y hasta en qué lugares hay que cambiar el manejo del viñedo o, sencillamente, cambiar la variedad plantada”, dice Sebastián Ruiz, enólogo jefe de Viña Tarapacá.

Ruiz explica que si bien los vinos de Tarapacá han tenido fama dentro y fuera de Chile porque provienen de un lugar extraordinario, un pequeño paraíso para la viticultura ubicado entre un cordón montañoso de origen volcánico y el río Maipo, pero además constantemente acariciado por vientos provenientes del Pacífico que refrescan y protegen a las uvas, este trabajo de “conocer bien nuestros suelos nos está llevando a otro nivel”.

La meta, “y la estamos logrando”, asegura este profesional que estudió agronomía en la Universidad de Chile con una beca de mérito por su excelente nivel académico y se graduó luego como enólogo en la Universidad Católica de Chile con el mejor puntaje de su promoción, es lograr “unos vinos con una honesta y fuerte expresión del origen y con una calidad cada vez mayor. Vinos equilibrados, de buena fruta, muy suaves en boca y que inviten a ser bebidos una y otra vez”.

Ruiz se ha vuelto un fanático del suelo y cuando explica en detalle las características de las 7 zonas por tipos de suelo en los que dividió el fundo El Rosario, todos de origen volcánico, aclara, con gran entusiasmo, que esas zonas no son homogéneas, que en muchas de ellas hay partes con composiciones diferentes: en otras palabras, que hay una riqueza infinita con la cual jugar.

De cinco de esas zonas principales salen los Gran Reserva, que siguen siendo el gran estandarte de Tarapacá. No en vano, su eslogan comercial (y las ventas, según Nielsen, lo confirman), reza: ‘Tarapacá, el Gran Reserva de Chile’.

El trabajo de ‘minería’ de Ruiz ya empieza a recibir reconocimientos. En la guía Descorchados del 2018 –hecha por el periodista especializado Patricio Tapia, columnista de vinos de EL TIEMPO–, el Tarapacá Gran Reserva Etiqueta Azul 2015, una mezcla de cabernet, syrah, petit verdot y malbec, recibió 95 puntos. Y su Gran Reserva Blend Series # 1, un vino de edición limitada que tiene un 85 % de cabernet sauvignon y un 15 % de syrah, logró 93 puntos.

En resumen, hay buenas razones para volver a probar los vinos de este clásico, que regresa a Colombia renovado gracias a un ambicioso y muy bien fundamentado proyecto; porque como Ruiz, todo buen enólogo sabe que ‘el buen vino se hace en el viñedo’.

La viña en datos

– 1874. Viña Tarapacá nace como Viña de Rojas en honor de su fundador, don Francisco de Rojas y Salamanca.

– 1876. La viña recibe su primera medalla internacional en la Exposición de Filadelfia, en Estados Unidos.

– 1992. Se adquiere el fundo El Rosario, en el valle de Maipo, de donde salen todos sus vinos Gran Reserva.

– A solo 40 kilómetros del océano Pacífico está este viñedo.

– 6 millones de botellas produce hoy esta bodega, sumando todas sus etiquetas.

– A más de 50 países llegan hoy los vinos de Viña Tarapacá.

https://www.eltiempo.com/cultura/gastronomia/gran-reserva-de-chile-en-colombia-262564

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