La cultura del vino en Colombia está en peligro

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Si se aprueba el nuevo impuesto al alcohol, el entusiasmo de importadoras y consumidores disminuirá.

El vino es un alimento. De todas las cosas que hay que saber sobre esta bebida, esa debiera ser la primera. El lugar de una botella de vino es en la mesa. Puede estar en la sala de catas o glamorosamente dispuesta en un comercial de televisión lleno de modelos, pero su hábitat natural es la mesa, y con la misma importancia que tiene el pan, el aceite o el plato de comida.

Me entero por mis colegas periodistas bogotanos que la Cámara de Representantes acaba de aprobar un nuevo impuesto al alcohol. Si es que mis datos están correctos, sería de 220 pesos por grado de alcohol, más un impuesto del 25 por ciento sobre el valor final y un 5 por ciento de IVA. Y claro, como ya imaginarán, no estoy de acuerdo.

Y no estoy de acuerdo no porque yo crea que el vino tiene mayor nobleza que el whisky, el ron o el aguardiente. En cada una de esas bebidas, y en la mayor parte de las bebidas alcohólicas, fermentadas o destiladas, hay una tradición, hay una cultura, hay una historia que las enaltece. Consumidas con moderación, alegran el espíritu.

Sin embargo, desde mi pequeña trinchera vínica, me parece injusto poner a todos los gatos en la misma bolsa. Ya lo he dicho: el vino es un alimento. Pero además, se ha probado que es beneficioso para la salud y que contiene nutrientes que nos hacen bien, si no exageramos.

Poco a poco, y de más en más, el vino se ha vuelto parte del mundo de la buena mesa en Colombia. Nos alegra y enriquece la comida y también ha alegrado las cartas de vinos de los principales restaurantes del país, ayudando, sin duda, a que ciudades como Bogotá sean hoy un referente latinoamericano en el tema gastronómico. Esa cultura naciente del vino en Colombia, que yo he tenido el privilegio de reportear desde hace ya varios años, me sigue fascinando. Porque año a año gana en dinamismo y también en variedad.

El mercado colombiano tiene la suerte de poder contar con una diversidad de vinos que muchos países envidiarían y, más que eso, con gente alegremente abierta a probar y a descubrir nuevas regiones, cepas y estilos. No importa que la oferta venga de Nueva Zelanda, de Francia, de Austria o de Chile.

Si el Senado aprueba la nueva carga impositiva, se le dará una puñalada a todo esto. Los precios se irán a las nubes y todo el entusiasmo de las importadoras, las grandes y las pequeñas, y el de los consumidores, disminuirá considerablemente, porque por mucho amor que tengamos por el vino, si nos estrangula la billetera, no habrá opción.

No estoy de acuerdo con privilegiar al vino por sobre otras bebidas porque sí, porque me gusta más. Esas no son razones. Los argumentos son otros y están en la mesa. Y estos nadie más los puede esgrimir.

PATRICIO TAPIA
Especial para EL TIEMPO

http://www.eltiempo.com/multimedia/especiales/patricio-tapia-la-cultura-del-vino-en-colombia-esta-en-peligro-hablemos-de-vinos/16600129

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