¡El problema no es beber! Nuevas medidas desmedidas para la industria vitivinícola

  • La Organización Mundial de la salud -OMS, estableció la Estrategia Mundial para Reducir el Uso Nocivo del Alcohol en 2010. Dicho Programa no ha avanzado en la forma en que se esperaba, motivo por el que se redactó un nuevo Plan de Acción que se contempla para el período 2022 – 2030, este, paradójicamente, propone más problemáticas que soluciones.
  • Una de las iniciativas de dicho Plan es SAFER, que es en la quiero enfocarme en estas líneas, porque contempla restricciones y prohibiciones que solo conllevarían a aumentar la ilegalidad, haciendo polvo todo el trabajo que la industria en países como Colombia, con aliados internacionales, venimos haciendo.

La espina dorsal de Asovinos es la promoción del consumo responsable del vino en forma integral, es decir, impulsamos la moderación, el autocuidado y la legalidad, porque somos conscientes de que es la única forma en la que podemos disfrutar lo mejor de tomar, sin lo malo de excedernos.

En un principio resaltamos la iniciativa de la OMS, puesto que nos identificamos con tal misión. No obstante, criticamos el papel nulo que se nos otorga a los operadores económicos, entre los que nos encontramos productores, distribuidores y comercializadores de bebidas alcohólicas, sectores de la industria que representamos y con los cuales hemos venido fomentando el consumo responsable. Ejemplo de ello son las múltiples campañas que hemos realizado y que han tenido reconocimiento incluso a nivel internacional.

La OMS no puede desconocer las políticas de autorregulación que han demostrado resultados positivos en el mundo. En nuestro caso, contamos con un estricto protocolo de autorregulación donde se ataca problemáticas como el consumo nocivo de bebidas alcohólicas, el consumo en menores de edad, en mujeres en estado de embarazo, en deportistas, en personas en tratamiento médico, entre otros, así como al comercio ilícito y a la conducción bajo los efectos del alcohol.

SAFER se fundamenta específicamente en iniciativas tan extremas como restringir la disponibilidad de bebidas alcohólicas y en incrementar los precios de estas a través de impuestos, medida que no debe ser estándar y universal, por el contrario, debe personalizarse acorde a las realidades socio – económicas de cada país, ya que su implementación, en estricto sentido, puede conllevar a efectos colaterales que pondrían en riesgo la salud de la población, porque acrecentarían desproporcionadamente el consumo de bebidas alcohólicas de origen ilegal.

La OMS, los Estados miembros y los operadores económicos, en conjunto, debemos desplegar una lucha en contra del consumo nocivo del alcohol, que es el problema identificado, no batallar contra aquellos consumidores que de forma responsable consumen bebidas alcohólicas.

Así mismo, hablar de forma indistinta del consumo de bebidas alcohólicas y el consumo nocivo de las mismas, desprestigia una bebida y cultura milenaria como la del vino, con la que no están haciendo diferencia. Recordemos que el vino es una de las bebidas más antiguas de la historia de la humanidad y con la que se han identificado muchas culturas. En efecto, constituye una bebida especial y simbólica que ha acompañado al hombre desde sus orígenes.

El vino es un estilo de vida, es considerado como un alimento en diferentes lugares del mundo y es catalogado como el mejor acompañamiento y maridaje para las comidas, por eso, disuadir el consumo moderado de este, sería frenar a su vez la gastronomía, el turismo y la economía a nivel mundial, afectando la vida de muchas familias que subsisten de la producción del vino.

Está muy claro que la Estrategia Mundial no ha reducido de forma considerable la morbilidad y mortalidad relacionadas con el consumo de alcohol, ni sus consecuencias sociales, porque precisamente no es en la prohibición que está el éxito, ni en hacer trizas trabajos de arduo esfuerzo como el de Asovinos en conjunto con Wine in Moderation, y el de tantas otras entidades; ni mucho menos, en desmontar milenios de historia y de cultura como la vitivinícola.

Nos queda el sinsabor de estar presenciando una persecución que debe estar direccionada es al delito y a la ilegalidad y no en contra de esta industria que solo propende por el desarrollo y el progreso de los países.

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